En este camino de consciencia, cuando nos sentamos y nos aquietamos lo llamamos meditación o práctica formal, cuando nos movemos en la vida lo llamamos mindfulness (atención plena) o práctica informal. Consciencia en quietud y consciencia en movimiento. Consciencia en el vacío y consciencia en la forma. Son solo dos aspectos de un mismo y único proceso de consciencia.
A la hora de practicar, dependiendo de nuestra naturaleza y nuestras tendencias individuales, podemos emprender este camino “de dentro hacia fuera” (profundizando en la práctica formal, si nuestra propensión es más silente, introspectiva o espiritual), o bien “de fuera hacia dentro” (desplegando Atención Plena en la vida cotidiana, si nuestra propensión en más práctica, activa o dinámica). En cualquier caso, sea cual sea la puerta, un aspecto conducirá naturalmente hacia el otro.
Lo formal se complementa con lo informal, ¿qué sentido tiene la sentada si no se expresa en la vida cotidiana? Lo informal se complementa con lo formal, ¿cómo puede haber una profunda consciencia en la vida si ésta no se nutre de silencio ni se aquieta en lo esencial?
Lo formal y lo informal son dos aspectos de una misma realidad. A fin de cuentas, el referente siempre es la consciencia. A veces el foco se dirige hacia afuera (los objetos y sus relaciones, los eventos y las experiencias), y a veces el foco se revierte hacia adentro (hacia el mundo subjetivo y el vacío de la mera consciencia).
El sujeto y el objeto, la quietud y el movimiento, el vacío y la forma, el tiempo y la eternidad, no son dos cosas distintas, sino dos aspectos de una misma Realidad.
En nuestra práctica meditativa compaginamos la práctica formal con la informal, llevando consciencia a todos los ámbitos de nuestra vida. Extendemos la consciencia a nuestras relaciones laborales, familiares, sociales y sentimentales, a las labores cotidianas, a la alimentación, a la sexualidad, a la actividad artística o deportiva, ¡a toda la vida! Nos abrimos a toda realidad de manera consciente y compasiva.
Atención Plena.
La práctica de la Atención Plena consiste en darse cuenta de lo que sucede mientras sucede. Es vivir cada momento totalmente. Como se dice en el zen: “cuando comemos, comemos; cuando caminamos, caminamos.”
Desde la Atención Plena contemplamos serenamente los acontecimientos y situaciones de la vida tal y como son, tal como aparecen y desaparecen. Se contempla “lo que es” tanto externa como internamente, con plena aceptación y plenamente conscientes.
Desplegar Atención Plena es darse cuenta cabalmente de lo que está sucediendo en el momento presente, es observar y experimentar la realidad sin reaccionar mecánicamente.
Se trata de abrirnos a cada experiencia sin juzgarla, sin identificarnos con ella y sin rechazarla. Atentos a nuestros pensamientos, a nuestras emociones, a nuestras acciones… Se trata de ofrecer una consciencia tan clara y tan abierta como sea posible, y entonces ver lo que sucede.
Observar de esta manera hace surgir una perspectiva completamente diferente; se trata de mirar profundamente con la intención de comprender y comprenderse.
La Atención Plena tiene que ver con la lucidez y la compasión, desde ahí nos ofrecemos un espacio para reconocernos, para escucharnos, para comprendernos, para amarnos… Si no es ahora ¿cuándo?
La Atención Plena más que una técnica es una manera de ser y de vivir plenamente conscientes. No estamos tratando de mejorar o de conseguir algo en particular. El espíritu de la Atención Plena es desplegarse por sí misma y vivir cada momento totalmente, tal y como se presente.
El Triángulo de la Atención Plena.
Según el doctor Jon Kabat Zinn, este proceso de la Atención Plena se apoya en tres pilares:
- Práctica formal (meditación sedente).
- Práctica informal (atención plena en la vida cotidiana).
- Autobservación (reconocerse y comprenderse internamente).
Para esto, también se señala hacia las tres habilidades a desarrollar:
- Consciencia focalizada: concentración (shamata).
- Consciencia abierta: contemplación (vipassana).
- Bondad amorosa: compasión (metta).
Como señala esta tercera habilidad, la compasión es un aspecto fundamental de la práctica; no solo es atención, también es compasión (se hace hincapié en el desarrollo de la autocompasión).
Los cinco rasgos característicos del mindfulness a la hora de contemplar:
1. Aceptación.
- La aceptación es reconocer y es acoger la verdad de lo que es. Es un estado de consciencia que descansa plenamente en el presente (sin aferrarme a lo que me gustaría que fuera, o a cómo habría tenido que ser).
- Es no resistirse al flujo de la vida (externa e internamente). Estar en paz con el momento presente.
- Aceptación no es resignación (no tiene que ver con el miedo sino con el amor).
2. Suspensión del juicio.
- Tomar consciencia del continuo flujo de juicios y prejuicios que se mueven en la mente.
- Renunciar a estos juicios (a esta pantalla mental) para poder contemplar directamente la naturaleza de la realidad.
- Descansar en la consciencia-testigo y asumir nuestra experiencia con ecuanimidad.
3. Mente de principiante.
- La mente del “experto” no puede aprender.
- La mente de principiante contempla sin “memoria”, sin conclusiones y sin dar nada por sentado. Cada experiencia se observa y se vive como algo completamente nuevo, algo que Ahora (por primera y última vez) está aconteciendo.
- Una mente abierta, receptiva, fresca e inocente, centrada y enfocada plenamente en el momento presente.
4. Reforzar la confianza.
- Asumir que somos falibles, y que tenemos derecho a equivocarnos, las veces que sea necesario. (Esencialmente, nos equivocamos lo que necesitamos equivocarnos, hasta que lo comprendemos y lo transformamos.)
- Comprender que “la Vida nunca se equivoca”. Cuando toca perder toca perder, cuando toca ganar toca ganar. Todo sucede inteligentemente en el seno la Totalidad.
- En lo esencial, “todo tiene sentido”.
5. Cultivar la paciencia.
- Nada sucede antes o después que cuando tiene que suceder. Las cosas suceden simplemente “cuando les toca”.
- Asumir el hecho de que todas las cosas tienen su propio ritmo y su propio momento.
- El ritmo lo marca la Existencia, no nuestra mente (nuestras ideas sobre cómo deberían ser las cosas).
En resumen, mindfulness es un proceso de consciencia orientado a:
- Neutralizar la dispersión y la desatención.
- Pasar de la resistencia a la aceptación.
- Pasar del reaccionar al responder.
- Autoconocimiento (integración del ego).
- Cultivar la consciencia-testigo. Desidentificación.
- Cultivar la bondad y la compasión.
- Vivir de manera consciente y creativa.
- Comprender el propósito de nuestra vida.
- Reconocer o recordar nuestra verdadera identidad en lo Esencial.
Toni Consuegra
Instructor de Meditación y Terapeuta Transpersonal
Fundador de Ananda Desarrollo Integral
www.anandaintegral.com
Deja tu comentario