Cada persona de este mundo debe tomar la decisión más importante de su vida: ¿vivo en un universo amigable o en un universo hostil? [Albert Einstein]
Durante mucho tiempo hemos contemplado el miedo (en todas sus formas y manifestaciones) como un enemigo, como esa energía que nos limita, nos oprime y nos impide realizar nuestro pleno potencial. Luego, está la batalla, la lucha por librarnos de sus tentáculos, el enfrentarnos con el monstruo. Desde el corazón, podemos transformar esta percepción del miedo, podemos abrirnos a contemplarlo compasivamente, podemos comprenderlo. El monstruo sólo es monstruo porque lo evito, porque no quiero verlo, ni mucho menos abrazarlo. El monstruo es monstruo porque ni lo reconozco ni lo amo.
El miedo es energía de contracción (preservación, contención, conservación), en cualquier nivel o modalidad que aparezca. Por ejemplo, la fuerza electromagnética en realidad está conformada por dos fuerzas, fuerzas eléctricas y fuerzas magnéticas (expansión y contracción); las fuerzas magnéticas contienen la expansión de las fuerzas eléctricas, y de esta tensión surge un universo maravillosamente preciso y coherente. Si uno de los dos aspectos desaparece de la ecuación, no hay universo. Esto es aplicable a cualquier modalidad de microcosmos o sistema energético de la naturaleza.
En realidad, el desarrollo y el despliegue del Espíritu en la Naturaleza requiere de ambas fuerzas, no puede darse expansión sin más, todas las formas y manifestaciones de la naturaleza existen porque una fuerza misteriosa las contiene evitando así una dispersión infinita. Sin la energía contractiva nada ni nadie existiría. Toda fuerza requiere de un contrapeso, de una fuerza de compensación. Este universo requiere de un balanceo creativo entre expansión y contracción.

Nada en la naturaleza deja de evolucionar, de transformarse infinitamente. Buscar la estabilidad es apartarse de lo real. Todo está basado en la respiración. ¿Se puede inspirar durante tres horas? No. Se inspira, se exhala, se sigue el movimiento del Universo, se entra, se sale, se abre, se contrae, se extiende, se repliega. Cualquier actividad se realiza de estas dos maneras y es su perfecta comprensión, su perfecta integración en la práctica, lo que permite a la Conciencia respirar. No olvides nunca que la Conciencia respira. [Tantra. Daniel Odier]
Así que esta energía contractiva, que en el aspecto psicofísico hemos llamado miedo, tiene una labor fundamental, que es la de preservar la vida física y psicológica, alentar el desarrollo preciso y coherente del ser profundo a través de la materia, de la vida y de la mente, garantizar la integración y asimilación de todas sus experiencias en cada modalidad creativa de la consciencia.
En nosotros, el miedo físico y biológico nos preserva física y biológicamente, el miedo psicológico nos preserva psicológicamente. Mientras, otra fuerza expansiva tira de nosotros para hacernos crecer, para ampliarnos. En esta tensión nos desarrollamos naturalmente, sin embargo, la mente dual ha convertido esa tensión natural en un conflicto, y entonces elegimos, ¿Preservación o desarrollo? ¿Seguridad o libertad? ¿Expandir o conservar? Enfrentamos un aspecto con otro y así es como nos dividimos, así es como entramos en una incoherencia fundamental.
El miedo preserva en lo conocido, el amor impele a lo desconocido, ambos son indistintamente necesarios tanto para la evolución de la vida individual como de la vida cósmica. Así que el miedo no es ningún monstruo, ningún enemigo terrible que trata de amargarnos la existencia. La labor del miedo es preservarte, compensar tu desarrollo naturalmente… Observa esto, respíralo…
[El miedo es un recurso de la vida y de la inteligencia, ahora bien, es importante recordar que, como todo recurso psicoemocional, éste puede devenir como adaptativo o desadaptativo (funcional o disfuncional). En este caso, nos referimos a un miedo sano, funcional y puntual, un miedo natural, no al miedo patológico, paranoico y enfermizo, ni al miedo como un recurso de dominación, explotación y control social. En ese caso, el miedo ya se ha convertido en una expresión de profundo desequilibrio y enfermedad. El miedo sano, dicho sea de paso, siempre está balanceado con el amor y la confianza; este equilibrio en la fuerza, y el poso en nuestra verdadera naturaleza, es lo fundamental a recordar.]
Cuando comprendemos la naturaleza del miedo, entonces podemos relacionarnos con él de manera consciente, responsable y compasiva. Cuando aparece el miedo, simplemente lo reconocemos, lo escuchamos, ni somos arrasados por él ni tampoco luchamos o lo rechazamos… Ni nos resistimos ni lo alimentamos, simplemente no nos identificamos… Lo observamos, sentimos su presencia, lo respiramos… Entonces, podremos descubrir que la experiencia básica del miedo no es tan “monstruosa”, como se dice en el Tantra, solo es algo hecho de energía, y al respirarlo lo liberamos.
Cuando nos abrimos al miedo, cuando le ofrecemos espacio y lo respiramos, entonces, descubrimos dolor emocional, pero al fluir en el corazón observamos como poco a poco este dolor es transformado. Esto es lo que significa procesar el miedo en el corazón, y este es el sentido profundo de la alquimia y el proceso de transmutación.
La piedra filosofal, el crisol o el horno alquímico, es la energía del corazón.
Por muy espiritual que seas, nunca menosprecies o infravalores las fuerzas del inconsciente… Por muy ensanchado que esté tu tercer ojo, por muchas centellas que irradien en tu cabeza, respeta, respeta toda forma de energía y existencia.
El verdadero guerrero cuida de no alimentar la arrogancia espiritual, descubre en su corazón lo que significa la humildad… Sin humildad no puedes respetar… Sin humildad, tarde o temprano tu “dragón” aparecerá, y verás como de un solo bocado devora al “testigo” inmutable.
Recuerda, espiritualmente hablando los dragones también son proyecciones de la Mente Divina, son hijos del Amor. Por eso mismo, los dragones sólo quieren una cosa, ser acogidos en el Corazón.
La Vida se mueve en el Amor y se despliega hacia su propia develación, por eso, si el miedo no es reconocido, si es reprimido y confinado en un círculo cerrado de miedo al miedo, éste seguirá acumulando su energía, y entonces veremos crecer al monstruo, a la par que la desarmonía, el conflicto o la enfermedad. Tarde o temprano, la propia presión y una profunda necesidad evolutiva nos conducirá a romper el viejo vínculo, y a descubrir una nueva relación que, al fin, testimonie el Amor que realmente obra en todo, el Amor que siempre has sido y siempre serás.
Toni Consuegra
Instructor de Meditación y Terapeuta Transpersonal
Fundador de Ananda Desarrollo Integral
www.anandaintegral.com


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