Como cada año que finaliza, resulta muy tentador proyectar al año entrante como el año de la transformación, el año de la verdadera revolución de consciencia en el mundo… Sí, parece la misma esperanza proyectada de siempre, pero, ¿y si estamos en ese proceso efectivamente? ¿Qué nos dice la Antigua Tradición? ¿Qué nos dice nuestro corazón?
Así pues, y dicho poéticamente, ¿habrá un triunfo en la Luz? Sí, es la misma pregunta de siempre… A lo que surge responder: a ver, la Luz ya ha triunfado, porque todo es Luz, todo está hecho de Luz esencialmente. La Luz del Espíritu, de la Divina Conciencia, del Puro Amor vertiéndose.
La Luz del Espíritu se proyecta e irradia en el seno de la Totalidad. Bien, pero entonces uno mira el mundo y contempla un escenario que ciertamente parece regido por fuerzas de la oscuridad, y aquí es cuando la afirmación “Todo es Luz” parece colapsar ante la espantosa “realidad”. Efectivamente, podemos aplicar mil suertes de malabarismos intelectuales tratando de hallar un sentido dentro de este aparente sinsentido colosal, algo que no derrumbe la frágil torre de la esperanza, que por lo general no de deja de ser una proyección intelectual (la mente opera en el tiempo y la esperanza es una proyección hacia el futuro; la mente opera en las ideas y la esperanza es la proyección de un ideal).
Entonces ¿cómo se resuelve todo esto? Como siempre, la única salida de este laberinto reside en una comprensión profunda de la estructura de la realidad, si se quiere, una comprensión, una inteligencia o una consciencia espiritual.
Sin ánimo de ser exhaustivos, ¿qué se sabe desde esta consciencia espiritual?: la Luz se proyecta en el Mundo a través de la pantalla de la Mente. Cuando la Luz pasa por la Mente se polariza en positivo y negativo, esto es, en luz y oscuridad, que finalmente en este mundo (en esta densidad) puede adoptar la forma del bien y del mal. Así pues, ¿existe el bien y el mal? Existe en la película proyectada, pero no en la Realidad.
Una analogía usada recurrentemente para ilustrar todo esto es la proyección cinematográfica. ¿Qué es lo que sucede para que veamos la película en la pantalla? Un haz de luz se proyecta y atraviesa la cinta cinematográfica, cuando esto sucede, los fotogramas que contienen imágenes en positivo y negativo aparecen reflejados en la pantalla. Efectivamente, la película que aparece en la pantalla no es algo que pudiéramos considerar como “real”, es simplemente algo que aparece en la pantalla como una proyección cinematográfica.
El Mundo es como una película. El Mundo es una gran proyección holográfica. Un haz de luz (la consciencia) se proyecta y atraviesa la cinta cinematográfica (la mente), y así las imágenes en positivo y negativo aparecen reflejados en la pantalla (el mundo manifiesto).

Así pues, la luz de la consciencia atraviesa la cinta de la mente y la película aparece en la pantalla del mundo dando lugar a eso que llamamos nuestra “realidad”. Solo es una película, pero hemos olvidado esa verdad fundamental… Nos identificamos con lo que sucede, quedamos fascinados por la vivacidad del espectáculo, entonces pasamos de ser los testigos a ser los actores, de hecho, llegamos a sentirnos el protagonista principal. Sin embargo, suceda lo que suceda en la película, por muy intenso y realista que parezca, es aparente; todo este montaje solo es una película en la mente.
Todo este Mundo de polaridad y de dualidad, este Universo fenoménico de claroscuros y contrastes entre la luz y la oscuridad, no es más una Película Cósmica proyectada por la Luz Original.
[Dicho lo dicho, dentro de la película también es natural que la mente forje sus propias esperanzas, aunque sea una película (vivida como un sueño al identificarnos con el actor principal), la mayoría prefiere tener un buen sueño que una terrible pesadilla existencial. Y, por lo demás, también es natural que en lo profundo de nuestro corazón anhelemos un mundo en la luz, la verdad y la paz, porque la última y más profunda de las “esperanzas” en una llamada al Despertar; despertar de la película y recordar nuestra verdadera naturaleza en la Luz original.]
Así pues, todo lo que siga sobre el triunfo de la luz sobre la oscuridad, o del bien sobre el mal, se dice sobre lo que sucede en la Película del Mundo, no en la Realidad.
Centrémonos pues en el desarrollo de la película. ¿Habrá un triunfo de la luz sobre la oscuridad? ¿Un amanecer elevándose sobre la tiniebla? ¿Un prevalecer del bien en el mundo, un prevalecer de la verdad, del amor, de la belleza y de la paz? Y la respuesta que aquí surge es ¿quién sabe? ¿Quién puede saberlo en realidad? Sí, existe un Conocimiento Profundo, una Sabiduría Perenne, unas Leyes Universales, un rico legado de toda la Tradición Espiritual, y aun así… Aun así lo único que podemos hacer es contemplar lo que sucede, y lo que ha de suceder, con plena presencia y tranquilidad.
Así pues ¿quién sabe? Y en realidad ¿qué más da? Todo es en el Espíritu, todo es exactamente como tiene que ser en el seno de la Totalidad.
Venga, intentémoslo una vez más… ¿Qué nos dice sobre el Devenir del Mundo la Sabiduría Perenne y la Tradición Espiritual? ¿Finalmente habrá un triunfo de la luz sobre la oscuridad?
Lo que la Tradición de Sabiduría nos sugiere es que, en este mundo, ni la luz ni la oscuridad pueden triunfar el uno sobre el otro de manera total y definitiva, ya que si falta alguno de los dos no hay película. Así pues, Yin-Yang. Sí, en un momento del desarrollo cósmico puede prevalecer un aspecto sobre el otro, pero no puede anular a su otra polaridad (esto es así porque cualquier polaridad representa dos aspectos complementarios de una misma realidad, esto es, anular a uno significa anular al otro. Yin-Yang).
Lo importante aquí es el concepto de los Ciclos (ciclos cósmicos). Todo es cíclico, todo se mueve como en una onda senoidal, fuerzas descendentes y ascendentes, involutivas y evolutivas, que se alternan y se complementan en el Devenir del Mundo de manera natural
La Involución es el descenso del Espíritu hacia su opuesto aparente, la Materia. Este descenso nos llevaría de la Conciencia a la Inconsciencia, del Conocimiento a la Ignorancia, de la Luz a la Oscuridad. A partir de este descenso entraría en juego lo que conocemos como Evolución, el viaje de retorno al Espíritu, lo que también se denomina el proceso de recordar o despertar. […] La Conciencia se oculta en la apariencia de una vasta Inconsciencia, para después emerger gradualmente en un camino ascendente (a través de la materia, la vida y la mente), en el que el ciclo de universos se dirige y se libera nuevamente en la misma Conciencia-Fuente. [El Árbol Kósmico. Mismo autor]
Todo se mueve bajo el Principio de Ritmo (*), todo se mueve a merced de la Marea Cósmica en el Océano de la Totalidad.
(*) El principio de ritmo. “Todo fluye y refluye; todo tiene sus períodos de avance y retroceso, todo asciende y desciende; todo se mueve como un péndulo; la medida de su movimiento hacia la derecha, es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda; el ritmo compensa”.
Otro concepto interesante sería el de las estaciones. Observemos por ejemplo el desarrollo de las cuatro estaciones (aplicado al hemisferio norte) y el flujo de luz y energía que oscila de manera cíclica a lo largo del año. En invierno prevalece el frío y la oscuridad, en verano prevalece el calor y la luz solar; el otoño marca la transición del verano al invierno, y la primavera marca la transición del invierno al verano. Aplicando esta analogía y el Principio de Correspondencia (“como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba”), parece ser que nuestro mundo, en este momento, sale del invierno y recibe a la primavera, en otras palabras, llega el momento en el que la luz tiende a prevalecer sobre la oscuridad.

Contemplemos esta hipótesis. En términos astrológicos una era zodiacal dura unos 2000-2200 años, por lo que una vuelta completa por las 12 eras serían aproximadamente unos 24.000-25.000 años. Si repartimos las 12 eras en 4 estaciones, cada estación duraría unos 6000 años. Siendo así ¿nos encaja que hace unos 12.000 años terminara un verano y comenzara una caída vibracional hacia el otoño, hasta entrar en el invierno unos 6000 años atrás?
Cuando uno revisa la historia convencional, parece que nuestra civilización comenzara precisamente alrededor de unos 6000 años atrás (Sumeria en Mesopotamia, Egipto en el Nilo y la India en el Valle del Indo), y siempre partimos de un paradigma civilizatorio de dominación y explotación humana, digamos, de un paradigma de oscuridad (siendo así, al comenzar aquí la historia, parece normalizarse o estamparse sobre la mente colectiva esa “condición oscura” de la naturaleza humana). Ahora bien, más allá de esta historia “contada en el colegio” ¿existe una historia “prohibida”, una historia no contada, que abarque más allá de la idea de que todas estas civilizaciones avanzadas surgieron prácticamente de la “nada”? ¿Existen otras civilizaciones, otras humanidades perdidas y olvidadas? ¿Y qué sucedió en el mundo hace 12.000 años? ¿Qué nos dicen los mitos antiguos, que nos dice la ciencia, que nos dice la historia censurada? (Aquí se invita a investigar esta cuestión tan interesante de manera honesta y sosegada, y a comprobar por uno mismo si las piezas encajan.)
Efectivamente, en todo esto han de usarse números y fechas con bastante flexibilidad y, retomando la analogía estacional, sabemos que una estación no entra de golpe (a un día y a una hora), sino que los solsticios y los equinoccios únicamente señalan un cambio de tendencia energética y vibracional (los últimos días del invierno pueden ser primaverales y los primeros días de la primavera pueden ser invernales). Y bien, ¿qué se pretende sugerir con estas analogías y correspondencias? En resumidas cuentas, y dicho de manera poética, parece ser que nos encontramos en un equinoccio cósmico de primavera.
Haciendo uso de esa flexibilidad sugerida (cada tradición se enmarca dentro de sus propios sistemas simbólicos y culturales), casi todas las tradiciones espirituales de alguna manera señalan hacia “el final de los tiempos” (el final de este tiempo), y coinciden en señalar que una era oscura llega a su fin. En el cristianismo el Reino de la Bestia concluirá con la Parusía. En la tradición de los mayas el final de un ciclo cósmico («fin de los tiempos”) se dio en el 2012, marcando el inicio de una nueva era de transformación. En la Tradición de la India (ciclo cósmico hindú), el Kali Yuga es la última de las cuatro eras (Yugas), conocida como la «Era de la Oscuridad», caracterizada por el materialismo y el egoísmo, la decadencia moral y espiritual. Según diversas interpretaciones, el Kali Yuga ya ha terminado o está en su fase final; en algunos casos se señala al 2025 como el año crucial, en otros se considera ya terminado y en fase de transición (sandhi) a Satya Yuga, la “Edad de Oro” donde la verdad, la rectitud (Dharma) y la armonía espiritual prevalecen. (Otras interpretaciones postergan la finalización del Kali Yuga miles de años más adelante.)
Por otra parte, astrológicamente contemplado, en los próximos años (2026-2030) también aparecen configuraciones astrológicas muy auspiciosas, donde resalta un gran triangulo armónico (trígono) entre los planetas transpersonales, Urano, Neptuno y Plutón. (Las configuraciones entre planetas transpersonales son muy relevantes, debido a su lentísimo movimiento impactan sobre el psiquismo colectivo y marcan la tendencia generacional.)
De manera resumida Urano representa innovación, revolución, el romper las viejas estructuras para abrir espacio a lo nuevo, también representa los cambios súbitos y lo impredecible, la libertad, la originalidad y la genialidad, y también se le asocia a la electricidad y la tecnología. Neptuno rige lo místico, lo espiritual y trascendente, asociado a los sueños, el arte, el inconsciente colectivo, la disolución del ego y la fusión en la Totalidad. Plutón representa transformación, poder y regeneración, la destrucción para reconstruirnos, las crisis profundas para evolucionar (noche oscura del alma), en definitiva, la muerte y el renacimiento (Ave Fénix). También se le asocia al tabú, a lo oculto y lo secreto, y bien aspectado representa precisamente la revelación de esas verdades.
Como vemos, Urano, Neptuno y Plutón se encuentran en una configuración que impulsa y cataliza profundas transformaciones sociales, culturales y espirituales, un cambio fundamental en la consciencia colectiva y en el desarrollo de la humanidad.

Así pues, todo parece indicar que nos encontramos en el albor de un equinoccio cósmico de primavera, y a la vez en plena noche oscura del alma planetaria. La cuestión es ¿habrá un Ave Fénix para esta humanidad? ¿Se consumarán estos dolores del parto en el nacimiento de un nuevo paradigma consciencial? ¿Aprovecharemos esta energía potencialmente disponible para florecer y despertar? Toda esta enorme presión ejercida por las fuerzas de la oscuridad ¿hará que finalmente eclosione una nueva consciencia más cerca de la Luz para este mundo y esta humanidad?
Quien sabe, y realidad, que más da… Lo importante no es lo que será o no será, lo importante es que nos hagamos la pregunta fundamental: aquí y ahora, ¿qué elijo hacer desde mi libertad?
Mas que la esperanza, lo que importa es, Aquí y Ahora, la comprensión, la claridad, y la libertad para elegir como emplear la libertad.
Sea como sea, nos va a tocar elegir… Elegir si alimentar a las fuerzas de la luz o de la oscuridad, si entregar nuestro poder creativo y nuestra energía a las fuerzas de la muerte o de la vida, del caos o la armonía, si comprometernos con la verdad o alienarnos con las viejas estructuras del engaño y la mentira, si caer definitivamente en la matrix de control o regresar a la Matriz Divina. Nos va a tocar elegir entre control o libertad, autoengaño u honestidad, transhumanismo digital o desarrollo espiritual, separación o comunión, miedo o amor, en definitiva, vivir desde la mente-ego o desde la consciencia-corazón.
Así pues ¿habrá un triunfo en la Luz? La pregunta verdaderamente significativa sería: ¿lo será para ti o no lo será? ¿Se abrirá un nuevo mundo para ti, crearás una nueva realidad?
Yo soy el mundo, el mundo soy yo. Si quiero la Verdad, el Amor y la Belleza en el mundo, tengo que realizarlo en mi propio corazón. […] ¿Quieres una revolución en el mundo? La verdadera revolución es la revolución interior. Es mucho más fácil mirar hacia fuera que mirar dentro de uno mismo, más fácil, más cómodo, más tentador… Sí, pero no puedes engañarte, la única mirada significativa es la que desnuda tu propio corazón. [El Viaje. Mismo autor]
Toni Consuegra
Instructor de Meditación y Terapeuta Transpersonal
Fundador de Ananda Desarrollo Integral
www.anandaintegral.com


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