Salir del eclipse espiritual

¿Qué ha pasado para que nos perdamos tanto? ¿Qué ha sucedido para que no nos reconozcamos en lo más genuinamente humano? ¿Cómo es que desconozco lo que debería serme familiar? Se pregunta honestamente Pablo D’Ors en su maravillosa Biografía del Silencio… Y esa es la cuestión, ¿qué ha sucedido para que nos desconectemos tan salvajemente de nuestro espíritu, de nuestro corazón? ¿Qué ha sucedido para que nos descarriemos de nuestra propia Naturaleza en la Verdad, la Belleza y el Amor?

Lo que ha sucedido es que la luna de la mente ha eclipsado al sol del corazón.

En las tradiciones espirituales de la India, como en otros lugares, el “corazón” se refiere no tanto al órgano físico como a una estructura psicoespiritual que se corresponde con el músculo del corazón en el plano material. Yoguis y místicos celebran este corazón espiritual como el asiento del Ser trascendental
[Georg Feurstein]

Metafóricamente, el sol de nuestro universo interior es el corazón. La luna es la mente. El sol es la fuente de luz y de energía, la luna es un satélite -poderoso ciertamente- que hace pendular esa luz y esa energía, promoviendo la experiencia de la dualidad en el devenir de la consciencia y de la vida.

El sol tiene su propia consciencia y su propia inteligencia solar. La luna también tiene su propia consciencia e inteligencia lunar.

El sol del corazón descansa en una consciencia de unidad; una consciencia que alumbra todo por igual, de manera incondicional, sin elegir ni discriminar. Su manera de procesar la información es a través de la sensibilidad y la empatía natural (la interconexión con todo lo demás). Su inteligencia se expresa de manera intuitiva y en perfecta coherencia con la totalidad.

La luna de la mente descansa en la consciencia de separación o consciencia del ego, una consciencia que -invariablemente- bascula entre el deseo y el miedo. Su manera de procesar la información es a través de los diversos procesos del pensar (analizar, discriminar, deducir, comparar, etc.). Esta consciencia, por sí sola (desconectada de su sol), ya que se arraiga en la separación, por fuerza ha de generar ansiedad, carencia y limitación.

Ambas formas de inteligencia impulsan esta prodigiosa Aventura Creativa de la Conciencia, en la que proyectar y experimentar la diversidad en la Unidad, la singularidad en el seno de la Totalidad (crear mundos plurales en los que cada unidad individual de consciencia representa una oportunidad de vivir experiencias únicas).

La inteligencia de la mente es muy eficiente a la hora de procesar y gestionar el mundo de las formas y las apariencias; la inteligencia del corazón concilia e integra las “formas” con el “fondo”, y la “diferencias” con la “esencia”; esta inteligencia cardiaca revela la profunda coherencia que opera en toda la existencia.

Mientras que la inteligencia del cerebro tiende a analizar y a separar en partes, la inteligencia del corazón busca la síntesis. Y ambas se complementan.

El sol es perfecto en sí mismo. La luna es perfecta en sí misma. El orden es lo que ha sido transgredido. La luna se ha interpuesto al sol, y ahora solo percibimos una sombra en mitad de la fría e inmensa noche galáctica.  Eso es lo que ha sucedido… Ese, el denso velo caído sobre la presencia iluminada… Esa, la gélida escarcha caída sobre los campos del alma.

Cuando la mente eclipsa al corazón nos introducimos en una existencia desconectada de nuestra naturaleza divina, una existencia en el ego y la limitación, en la división y el conflicto, en la resistencia y el apego, en el miedo y la ambición… En el desarraigo cósmico, el desamparo, y a veces la desesperación.

¿Cuándo la mente eclipsó al corazón? Cuando nos identificamos a este personaje soñado… Cuando la máscara se volvió más importante que nuestro verdadero rostro iluminado… Cuando nos acorazamos por miedo a sentir… Cuando sobrevivir se volvió más importante que vivir… Cuando sacrificamos la confianza por el miedo al porvenir.

Ahora, el sol es la mente, y esto nos limita tanto… Vivimos reconcentrados en nuestra historia personal, en nuestras memorias, en nuestras heridas, desconectado de nosotros mismos y de la esencia de la vida. La luna, ciertamente, no brilla por sí misma, al lado del sol apenas es una mota oscura, apenas viva. La energía viene del sol, no de la luna, por eso cuando eclipsamos al sol perdemos la verdadera fuerza de la vida.

Y aun así… Aun así una corona de fuego siempre despunta en la penumbra…

eclipse espiritual

En realidad, el sol siempre es y siempre ha sido el corazón; la luna de la mente lo puede eclipsar, haciendo que lleguemos a olvidar nuestra verdadera naturaleza solar, pero nada de eso puede sofocar la radiante realidad; que somos una estrella alumbrando dichosa y amorosamente en la misteriosa eternidad.

Somos Espíritu incondicionado, atrapado por las condiciones, como el sol en un eclipse.
[Rumi]

La energía de esta mente-luna es limitada, y su propia naturaleza consiste en dividir, fragmentar y separar. Está bien, esa es su naturaleza, comprendemos que todo tiene su propia razón de ser y su propio lugar. Si sentimos que es el momento de volver al corazón, de reanudar el contacto con la vida y restaurar el orden natural, si algo nos mueve hacia esa energía que tiene que ver con conciliar y restablecer el vínculo con nuestro espíritu en el seno de la totalidad, entonces, es una simple decisión: arriesgarnos a abrir el corazón, y aprender a escuchar.

Escuchando al corazón

Nuestro corazón sabe perfectamente, en todo momento, lo que tenemos que hacer, lo que necesitamos, pero no lo escuchamos. La inteligencia del corazón es muy rápida, tanto, que antes de que las cosas ocurran el corazón ya sabe lo que va a suceder. En realidad, es una inteligencia atemporal, una inteligencia cuántica, una inteligencia intuitiva y una inteligencia para las “grandes decisiones”, por eso, en los momentos claves de nuestra vida se nos dice: “sigue los dictados de tu corazón”. Sin embargo, en esos momentos cruciales solemos inclinarnos hacia las razones de la mente, razones que, por lo general, están basadas en el miedo. ´Seguir la voz del corazón nos resulta amenazante, sí, seguir al corazón es arriesgado, pero para amar hay que arriesgarse.

Para seguir la voz del corazón hay que arriesgarse, arriesgarse a no buscar todas las soluciones de la vida en nuestra mente. El silencio me permite escuchar al corazón. “En la quietud obtendrás todas las respuestas”, apunta la profunda tradición.

Una escucha atenta, paciente, silenciosa… Cuando escuchas al corazón y te da el mensaje que necesitas, el corazón envía la información a la mente, y entonces la mente cambia la percepción. La inteligencia del corazón penetra en la inteligencia de la mente, y entonces sobreviene el amor inteligente.

Cuando la mente está supeditada a la inteligencia del corazón, la mente se transforma, recibe la energía del sol y se vitaliza, libera su potencial y se revela una profunda inteligencia. La mente al servicio del corazón comienza a crear para el amor.

Saliendo del eclipse

¿Cómo es posible conocer aquello que está más allá de la mente? Conocerlo es residir firmemente en el Corazón.
[Ramana Maharsi]

Salir del eclipse es salir del cristal partido de la mente, es salir de la división, de la separación, de la falsa percepción.  

Salir del eclipse es salir del juicio y la condena, de la culpa y la comparación.

Salir del eclipse es renunciar al apego y al miedo al porvenir; es confiar sin restricción; renunciar al espejismo de carencia y de limitación.

Salir del eclipse es renunciar a las tres sombras lunares: “no puedo”, “no valgo”, “no sé”. Es renunciar al autoengaño y recuperar la verdad de nuestro ser.

Salir del eclipse consiste en trasvasar el flujo de consciencia de la personalidad programada a la individualidad natural (de la imagen personal a la completa singularidad).

Salir del eclipse significa cuestionar honestamente nuestro sistema de creencias, relativizar nuestras ideas y percepciones, y renunciar al secuestro emocional.

Salir del eclipse significa ir más allá del ego y de la estricta personalidad… Salir es desidentificarse… Es volverse una presencia lúcida y bondadosa, una presencia natural.

Salir del eclipse significa convertirte en lo que siempre has sido; no hay nada que sumar, no hay nada que restar, a lo que esencialmente eres; solo hay que renunciar a una falsa imagen, y confiar en la verdad.

Salir del eclipse significa despertar, expandir la consciencia y expandir el sentido de identidad… Crecer en amplitud y profundidad… Abrirse a la inteligencia del corazón y a la inteligencia espiritual.

 

Toni Consuegra
Instructor de Meditación y Terapeuta Transpersonal
Fundador de Ananda Desarrollo Integral
www.anandaintegral.com

Por |2024-01-11T10:53:30+01:0029 de diciembre de 2023|Artículos|1 comentario

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Un comentario

  1. Luisa 1 de enero de 2024 en 23:40 - Responder

    Buscamos, nos desesperamos…, sentimos lo que somos abrimos y expandimos nuestras alas y el alma sonríe, concluyendo y dirigiéndonos a la plenitud de una totalidad, al amor en su puro y mas genuino encuentro con un yo soy.

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